CABECERA
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Un País Asechado

POR LAS POTENCIAS DEL MUNDO.

Es fundamental recordar que los ingleses, junto a otras potencias extranjeras nos invadieron varias veces, a veces por la fuerza y otras con la complicidad de los gobiernos de turno. Por mencionar solo algunos hechos, en 1806/1807 tomaron Buenos Aires y fueron derrotados, no obstante su primera medida fue decretar el libre comercio.

En 1825 a instancias de Bernardino Rivadavia, se firma el Acuerdo amistad, Comercio y navegación, por el cual se concede el trato de Nación más favorecida a los británicos.
Un año después, con el empréstito de la Baring Brothers, que supuestamente se toma para hacer el puerto de Buenos Aires y no se hace porque el dinero no llega, comienza la pesadilla de la deuda externa.
En 1833 los recientes “amigos” ingleses invaden las Islas Malvinas, San Pedro y Santiago (Georgias y Sandwich del sur).
En 1843 La flota francesa invade nuestros ríos interiores, buscando un trato de Nación más favorecida y es derrotada, volviendo a invadir nuestro territorio en 1845 junto a los ingleses.
Este invasión extranjera y bloqueo de nuestros puertos no hubiese sido posible, sin la presencia militar de Francia en nuestro país hermano Uruguay y sin la complicidad de una parte de políticos y militares argentinos que propiciaron y celebraron la invasión.

El Derecho Nuestro

SOBRE RÍOS INTERIORES.

En los siglos XVII y XVIII, la cuestión de la navegación de los ríos que integraban la Cuenca del Plata cobraría relevancia, en atención a las disputas territoriales entre las cortes de Madrid y Lisboa, y el creciente contrabando que operaba desde las costas de la Banda Oriental y el Sur del Brasil. En tal sentido, se tomaron medidas que incluyeron el desalojo de los portugueses de Colonia en 1680, y la fundación de la ciudad de Montevideo en 1726, a efectos de tener controladas ambas márgenes del Río de la Plata, y evitar el establecimiento de bases para el contrabando (Arbó, 1939)

Siguiendo el modelo de los países europeos, el gobierno de Rosas sostenía que la navegación de los ríos interiores de la Confederación era privativa de los buques argentinos, y que toda excepción a esta regla debería ser especialmente autorizada por la autoridad nacional.

Por su parte, el río Paraná debía ser considerado sin discusión un río interior de la Confederación Argentina. Esa política perjudicaba los intereses de los países ubicados aguas arriba de ambos ríos, especialmente al Paraguay. Perjudicaba también a los comerciantes europeos que aspiraban a comerciar directamente con el Paraguay y el oeste brasileño.
Por otro lado, los gobiernos de las provincias del litoral del río Paraná – especialmente Corrientes – se veían muy perjudicadas por la aplicación excesivamente restrictiva que hacía de estos principios el gobierno de Rosas. Éste exigía que cualquier buque que pasara por el Río de la Plata, aunque su destino no fuera dentro de la Provincia de Buenos Aires, se detuviera en el puerto de la capital y pagara allí los derechos de importación y exportación. Derechos que el gobierno de Buenos Aires utilizaba para su exclusivo beneficio y que fueron reglamentados por la Ley de Aduana de 1835.

el derecho sobre nuestros rios

Nuestra historia reconoce el 20 de noviembre como un hito en la lucha por la soberanía nacional a partir de que en esa fecha en 1845 parte de la flota imperial más poderosa de la época, ingleses y franceses juntos, derrotaron a las tropas de la Confederación Argentina en la llamada Vuelta de Obligado, marcando el inicio de la “guerra del Paraná”.

 
Allí muchos patriotas al mando del general Lucio Norberto Mansilla dejaron su sangre intentando impedir el paso de las naves imperiales que tenían como objetivo no solo comerciar con las regiones aledañas sino centralmente instalar la idea de la libre navegación de nuestros ríos por parte de las grandes potencias al margen del control y la administración nacionales.

CADENAS

Gaucho Rivero

LA LLEGADA A MALVINAS.

En este combate, muere también el Gaucho Antonio Rivero, conocido por haber liderado la resistencia a la invasión inglesa en las Islas Malvinas en 1833. Rivero fue tomado prisionero en ese entonces, llevado a Inglaterra, y una vez vuelto a su Nación, se enlistó para volver a enfrentar la invasión, ahora en la Vuelta de Obligado.

 

Como tantos aspectos de su vida, el lugar y fecha de la muerte de Rivero se desconocen. Algunos autores plantean que Antonio Rivero, incorporado en las filas del ejército argentino por Juan Manuel de Rosas, falleció en la Vuelta de Obligado,6 debido a que se encuentra un Sargento Antonio Rivero en una lista de combatientes. Pero dicha lista trata de combatientes, no de bajas e incluso sus proponentes reconocen que el Sargento Rivero podría ser un homónimo.

La Guerra del Paraná

Y EL COMBATE EN NUESTRO TERRITORIO.

El Bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, también conocido como la Guerra del Paraná, tuvo lugar entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1850. Durante el mismo, las escuadras británica y francesa cerraron al comercio todos los puertos de la Confederación Argentina y los de la República Oriental del Uruguay, con excepción del de Montevideo.


En la práctica, importaba mucho más a las potencias agresoras obligar a la Argentina y al Uruguay a reconocer a sus ríos interiores como no sujetos a su soberanía y permitirles comerciar libremente a través de estos ríos.

La diplomacia inglesa y francesa justificó el bloqueo por la participación del ejército argentino, dependiente del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, en la Guerra Grande en Uruguay.

 

Según las potencias interventoras, esa participación era un ataque directo a la independencia de ese país, estaba acompañada de crueldades injustificadas, y perjudicaba los intereses comerciales de Francia y del Reino Unido en la cuenca del Río de la Plata.

 

La acción militar anglo-francesa no obtuvo la ansiada rendición de Rosas, aunque logró sostener al gobierno de Montevideo durante seis años. Finalmente, la intervención fue levantada por medio del Tratado Arana-Southern y el Tratado Arana-Lepredour.

El Segundo Combate de San Lorenzo

Y EL ROL DE NUESTRO PUEBLO.

Se conoce como Segundo Combate de San Lorenzo a la batalla ocurrida, dentro de la Guerra del Paraná, el 16 de enero de 1846, entre las fuerzas de la Confederación Argentina, al mando de Lucio Norberto Mansilla y parte de la escuadra Anglo-Francesa que mantenía bloqueado el acceso a los puertos sobre el río de la Plata y el río Paraná.

 

El combate se llevó adelante en las inmediaciones del Campo de la Gloria, lugar donde José de San Martín, en 1813, realizara el bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo.

EL FRACASO DE LA INCURSIÓN ECONÓMICA.

La expedición, cuya rentabilidad se daba por segura, había fracasado. Corrientes, empobrecida por tantos años de guerra, no había resultado un buen mercado. Tampoco Paraguay, ya que su líder, Carlos Antonio López, no se dejaba engañar con promesas de “libre comercio” y exigía, antes de cualquier acuerdo comercial, el reconocimiento de la independencia paraguaya por parte de los interventores.

 

Nada se consiguió entonces, gran parte de los buques mercantes que remontaron el Paraná, protegidos por varios de guerra, volvían tan llenos como habían salido de Montevideo hacía ya varios meses.

El Rol del Pueblo

Y LA HISTORIA DE JUAN BAUTISTA THORNE.

A la realidad del total fracaso comercial se unía la oscura perspectiva del regreso. La ida había sido dura, asechada la flota en todo lugar oportuno (Acevedo, San Lorenzo, Tonelero, etc.) por la artillería volante, primero al mando de Juan Bautista Thorne, luego, una vez restablecido de las heridas de Obligado, Lucio Mansilla ocupó su lugar de jefe de la defensa del río. Por lo tanto, la vuelta del convoy no se presentaba como una travesía agradable.

El mismo pueblo asedio a las fuerzas navales invasoras, que no podían aprovisionarse de víveres. Rosas había dispuesto alejar todo ganado de la costa y hambreadas, cada vez que intentaban desembarcar en busca de recursos eran atacados y sableados por los patriotas que, a caballo, los asechaban desde las orillas. El trayecto desde Obligado a Punta Quebracho, recuerda a los heroicos Gauchos de Güemes, que no dejaban dormir al enemigo. Los nuestros les hicieron saber, que navegaban en rio ajeno.

 
El día 4 de junio de 1846, cuando los buques de guerra estuvieron a tiro, Mansilla dio la orden de fuego, al grito de : “¡Viva la soberana independencia argentina!”

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El 4 de junio la flota llegó a la altura de Punta Quebracho y los barcos de guerra se acercaron a la costa en donde estaban situadas las baterías argentinas, pretendiendo que los cuarenta buques mercantes pasaran por detrás protegidos del fuego patrio.

 

Dos mercantes invasores se hundieron, otros cuatro fueron incendiados para que no cayeran en manos argentinas, y los vapores de guerra Harpy y Gorgon resultaron seriamente dañados. 

 

El historiador Vicente Sierra explica que “después de dos horas de combate, los buques de guerra Firebrand, Gazendi, Gordon, Harpy y Alecto, retrocedieron para tratar de cubrir a los mercantes, pero tras una hora de encarnizado combate incendiaron los navíos y con los restantes bajaron el río precipitadamente”.

Cabe resaltar el hecho de que la escuadra que acompañaba a los mercantes estaba constituida por modernas naves blindadas, con torretas de artillería giratorias y cohetes Congreve.

 

Quebrachito de eterna memoria

Primer documental sobre Punta Quebracho

Un agradecimiento especial a Sergio García, su director, por recuperar y ofrecer este material para difusión.

Punta Quebracho, la venganza de Obligado

En el 176 aniversario de la Batalla de Punta Quebracho, librada en Puerto General san Martín en 1846 por las tropas de la Confederación Argentina contra los anglo-franceses, se llevó a cabo el sábado 4 de junio de 2020 en la sala de la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario una intervención para reflexionar y debatir la historia a través del arte. La actividad organizada y coordinada por el músico puertense Mario Bernachea contó con la disertación de los escritores Sergio Copolli, Ariel Pérez y el también periodista Germán Mangione, que reflexionaron sobre el pasado y el presente de la discusión soberana.

Un agradecimiento especial a Sergio García, su director, por recuperar y ofrecer este material para difusión.

Mansilla y Coloma

LOS HÉROES DE LA BATALLA DEL QUEBRACHO.

Fueron héroes de la Batalla del Quebracho, entre otros, el general Lucio Norberto Mansilla y el coronel Martín de Santa Coloma, quién conducía el Batallón Santa Coloma.

 

Cabe recordar que durante la batalla de la Vuelta de Obligado, librada ocho meses antes contra los mismos invasores, el general Mansilla había recibido un cañonazo y prácticamente se lo dio por muerto. Sin embargo, a las pocas horas se levantó de su tienda y siguió luchando.

 

Ahora, al iniciar el fuego de artillería en la batalla de Quebracho, volvía a la carga al grito de «¡Viva la soberana independencia argentina!».

 

 

El encuentro del Quebracho, aparte de su enorme importancia militar y política, fue el sello definitivo del desastre económico-comercial de una empresa de injusta prepotencia, llevada a cabo por quienes, seguros de su enorme superioridad material, y atropellando sin consideraciones humanas ni jurídicas todos los derechos de la Confederación Argentina, se proponían apropiarse de grandes ganancias.

 

LAS CONSECUENCIAS DE LA VICTORIA PATRIA.

Según el historiador Adolfo Saldías fue una gran derrota para los ingleses y franceses “no sólo porque sufrió pérdidas más considerables que en Obligado, sin inferirlas de su parte a los argentinos, sino porque se convencieron de que no podían navegar impunemente por la fuerza las aguas interiores de la Confederación. Contaron cerca de 60 muertos fuera de combate y perdieron una barca, tres goletas y pailebote cargados con mercaderías valoradas en cien mil duros, una parte de la cual salvó Lucio Norberto Mansilla”.

 

Pero esa victoria frente a la prepotencia imperial no tuvo solo consecuencias militares, sino por sobre todo consecuencias políticas que marcarían el futuro de la naciente nación Argentina. 

Se logró poner fin al bloqueo naval que realizaron Francia e Inglaterra a los puertos argentinos, recuperar la flota argentina capturada, recuperar la isla Martín García y un saludo de 21 cañonazos a la bandera argentina por parte de las dos flotas invasoras el reconocimiento a la soberanía de Argentina y a sus derechos exclusivos sobre la navegación de los ríos interiores.


El 13 de julio de 1846 arribó la misión de Thomas Samuel Hood a bordo del navío HMS “Devastation” la cual acepto que nuestros ríos fueran sometidos a las reglamentaciones argentinas, aunque la tendencia europea de la época era permitir la libre navegación de todas las banderas tal el caso del río Rin, presentado en el Congreso de Viena de 1815.


A William Gore Ouseley y al barón francés Defaudis se les ordenó volver a Europa, los Almirantes Laine (Francia) e Inglefield (Inglaterra), fueron reemplazados por los Almirantes Lepredour y Herber, respectivamente.
En mayo de 1847 arribaron a la Argentina los comisionados conde Alexandre Joseph Colonna-Walewski (Francia) y Lord Howden (Inglaterra) y el 14 de julio de 1847 cesó el bloqueo británico al Río de la Plata y Francia cesó el bloqueo el 16 de junio de 1848.
En 1848 el Almirante británico Reynold arribo a bordo del HMS Southampton y devolvió nuestro Bergantín ARA “25 de Mayo” el cual vino remolcado por el vapor HMS Harpy. El 6 de marzo de 1849 se firmó el pacto Arana-Southern y en 1851 el Arana-Lepredour. En 1851, los franceses devolvieron al Bergantín ARA Maipú.

Sir Thomas Hood

Y EL RETIRO ANGLOFRANCÉS.

Como resultado de esta acción se terminó la intervención de las fuerzas navales anglofrancesas, y poco después, el 13 de julio de 1846, sir Samuel Thomas Hood, con plenos poderes de los gobiernos de Inglaterra y Francia, presentó humildemente ante Juan Manuel de Rosas “el retiro más honorable posible de la intervención naval conjunta”.

Las Mujeres

DE LA GUERRA DEL PARANÁ.

Cuenta Pacho O Donnel que “no fueron sólo hombres los que combatieron en la Guerra del Paraná, sino también mujeres, olvidadas por el machismo de nuestra historia oficial. Me impuse rescatar los nombres de quienes no sólo se ocuparon de los heridos y de abastecer de pólvora y alimentos a los combatientes, sino que también tomaron las armas cuando sus esposos o hijos caían en Obligado, en Punta Quebracho, en Ramallo, en San Lorenzo, en Tonelero, en todos los puntos de la costa del Paraná desde donde se fue carcomiendo la hasta entonces invicta armada anglofrancesa hasta obligar a su rendición. 

Hasta hoy se ha podido rescatar los nombres de Josefa y María Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, Carolina Suárez, Francisca Nabarro, Faustina Pereira y, sobre todo, Petrona Simonino, quien se destacó por su heroísmo y sus condiciones de liderazgo. Era nacida en San Nicolás en el año 1811, casada con Juan de Dios Silva, rico hacendado de la zona, quien también intervino en la guerra como improvisado artillero”

mujeres

Juan Manuel de Rosas

Y LA RESISTENCIA A LA INVACIÓN ANGLOFRANCESA.

La presencia extranjera pretendía forzar el libre comercio en el Litoral y el Paraguay, el libre tránsito por el estuario del Plata y los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo, y utilizar a Montevideo como una factoría comercial para ambas potencias. Juan Manuel de Rosas, al frente de la Confederación Argentina, rechazó todas las intimidaciones de las potencias europeas, resistiendo y finalmente comandando la victoria. 

José de San Martín

Y SU COMPROMISO CON LA VUELTA DE OBLIGADO.

El mismo San Martín, se puso a disposición de las fuerzas patriotas para pelear en Obligado, y trabajó desde su exilio para la posición argentina, aseverando en su carta a Juan Manuel de Rosas que “Esta contienda es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España” y obsequió al gobernado el sable que lo acompañó en la guerra de la independencia.

 

 

Como bien describió San Martín sobre la gesta por el Paraná “habrán visto los interventores que los argentinos no son empanadas, que se comen sin más trabajo que abrir la boca.” 

La Cruz del Quebracho

Y UN INTENTO DE QUE OLVIDEMOS NUESTRA HISTORIA.

Si bien el 4 de junio de 1939, se colocó en el lugar una cruz de quebracho, luego la empresa estadounidense Cargill compró el predio, y en una clara muestra de la necesidad de seguir en la actualidad reivindicando nuestro derechos soberanos al pasar los años, la empresa extranjera obligó a desplazar a dos kilómetros de distancia de su emplazamiento original la cruz conmemorativa. 

A partir de la vuelta a la democracia en 1983, comienza el reclamo por parte del gobierno constitucional del Doctor Domínguez, para rescatar la importancia historia de la batalla de Punta Quebracho. Finalmente el 21 de abril de 1999 la Ley Nacional 25088 declaró a este predio Lugar Histórico Nacional

Entrevista a Alberto Fredianelli, quién llevo, en 1939, con su camión la Cruz que recuerda la Batalla de Punta Quebracho a su emplazamiento original.

Cruz de la Angostura, poesía de Mario Bernachea

Rescatar Punta Quebracho

Y LA HISTORIA DE LA VICTORIA DE LAS MAYORÍAS.

Rescatar del olvido la batalla de Punta Quebracho es reconquistar la verdad histórica de la defensa de nuestros ríos interiores. Convertimos la derrota en victoria, porque una vez atravesada la defensa propuesta en Obligado por los buques de guerra extranjeros, nadie compro sus productos.

 

Rescatar del olvido la batalla de Punta Quebracho es recordar que siempre se puede transformar y que los que son más también ganan por más poderosos que parezcan los poderes de turno.

 

Nuestro país, y especialmente la región del cordón industrial norte de Rosario, han rendido homenaje a aquella gesta patriótica, pero entendemos que se necesita una reivindicación más profunda de lo que aquel hecho implico para la soberanía nacional en general y para la consolidación de la soberanía sobre nuestros ríos en particular.

 

La Pelea por la Soberanía

DE AYER Y DE HOY.

Este tipo de acontecimiento de prepotencia imperialista, continuó hasta nuestros días, provocando hambre, muerte, saqueo y entrega de nuestra Nación, siendo la actual disputa por la cuenca del plata, el hito que nos pone nuevamente, blanco sobre negro el problema de antaño, el río es nuestro o es del extranjero. 

En una contexto en que nuestro comercio exterior está mayormente en manos de empresas extranjeras que utilizan los puertos asentados en el territorio santafesino, mientras el control de nuestro río Paraná también recae sobre una empresa extranjera como la belga Jan de Nul y el 98% del tráfico comercial por esa vía corresponde a embarcaciones de bandera extranjera, (construidas también fuera de la Argentina), la historia vuelve a presentarse como un antecedente ineludible y necesario de reconocer para enfrentar la coyuntura actual.


Como entonces, la disputa de las grandes potencias por el control de nuestros ríos se presenta en carne viva ante nuestros ojos, acrecentada por la contradicción entre el flujo de riquezas que circula por allí y las cifras de la pobreza y la desocupación que crecen en nuestros territorios. Una verdadera radiografía del saqueo.
La discusión sobre la soberanía y el control estatal de un recurso clave como el rio y sus puertos lejos de estas perimida, como algunos sectores nos quieren presentar, es de la más urgente actualidad.